martes, 25 de octubre de 2011

Te recuerdo en silencios.




Te recuerdo en silencios que se ocultan bajo mis sábanas, pues en este colchón mezclamos nuestras esencias tomando la forma del amor, nuestras miradas se enfrentaron, creando una imagen infinita del tiempo, pero ahora estás al otro lado de mi realidad.
De noche se escucha mejor nuestro pasado, pero ahora prefiero quitarle los acentos a nuestro tiempo, para que siempre seamos presente y nunca pasado.
Ambos escribimos realidades sobre nuestros cuerpos con tinta de caricias, humectamos nuestros labios con una melodía bañada en besos, mientras abrigaba tu cuerpo del portentoso frío de invierno, durante un paseo por el parque. 

Dibujábamos en nuestros rostros, bocetos de sonrisas al caminar, mientras esculpíamos dos pares de huellas, unas más grandes que las otras, sobre aquél frío y delicado manto blanco que cubría cada ladrillo del camino.
Relatábamos historias en compañía de un tercero que nos ayudaba a conocernos cada vez más, una taza de café caliente, donde encontramos la biografía de muchos poetas, donde teníamos toda una vida que contarnos.
Edificamos ciudades enteras, diseñadas con nuestros sueños y anhelos en el momento que nos tomamos de la mano y observamos nuestras pupilas detenidamente, mientras el tiempo se quedaba detenido por qué "nosotros" se conjugaba en el tiempo. Vivimos parte de nuestra vida a carcajadas acompañadas de lágrimas que bailaban por nuestras mejillas hasta llegar a posarse en nuestra sonrisa.
Tu y yo escribimos infinitas historias sobre deseos en blanco, que hasta hoy, sigo guardando en mi memoria, por qué con besos se firman historias. Contigo he aprendido que debo tocarme el corazón para sentirte, y que sentado al lado tuyo escuchando el silencio, nunca estaré lejos de ti.
Ahora te has ido sin llevarte todos estos trocitos, recuerdos de tú corazón, que sigo guardando hasta el momento que regreses. Pero te esfumaste como neblina entre las hojas de los árboles, y ahora eres tanta mi realidad, que dejaste de ser sólo un sueño.
A veces estás frente a mi, pero apagas la luz, no me da miedo la obscuridad, lo que en verdad me da miedo, es; no verte, amor. 


Maximiliano Vélez.

sábado, 15 de octubre de 2011

Cómo dos almas fugaces de guerra.



Tu y yo, dejamos que nuestras almas suturaran nuestros recuerdos, recuerdos plasmados en cristales de sueños infinitos, infinitas caricias rebosantes de pasión, de pasión sin medida.
Somos más que hablantes, somos más que habitantes, tu y yo somos las palabras de aquel libro que yace olvidado de los ojos del ciego. Instantes de cortejo fueron los que nos preservaron por un tiempo, y como siempre, el tiempo ha ganado esta, la batalla espiritual entre tu y yo.
Ambos somos el espejo del otro, nuestro corazón siempre late al mismo tiempo, y laten al ritmo de este danzón que bailan nuestras miradas al vernos. Y aunque con besos suavices mi ser, la cobardía es lo único que se interpone en nuestro destino, ese destino que ocultamos al salir el sol, y que revelamos cuando la luna posa para sus amantes.
Nos divertimos escondiendo la verdad en la penumbra, nos negamos a aceptar nuestra verdad, aunque sepamos que somos los eslabones de nuestro amor. 
Sabemos que nuestro amor puede cruzar las trincheras de esta guerra sin medida, somos parte de distintos bandos, pero tenemos una cosa en común. Somos soldados, soldados que lucharán por su amor, pese la distancia, el frío, el calor, hambre, pese al más poderoso adversario, tu y yo luchamos, hombro con hombro, unidos cómo un solo corazón que no puede ser dividido.
La luna tiene imperfecciones en su cuerpo, ella lo sabe, y no deja de ser hermosa. Ella ha sido fuente de inspiración, desde que el primer humano tocó con la planta de los pies esta tierra, y miró al cielo. Y así cómo la luna, tu eres la inspiración para este amante que quiere escribirte más que una metáfora.
Quiero ser brisa de otoño refrescando tu rostro al estar agotada, y ese insecto que aparata las piedras de tu camino para que no tropieces. 
Tantas cosas que este simple bufón de palacio quiere hacer por ti, pequeña doncella. Y el único problema es la escasees de valentía, intentaré blandir mi espada para protegerte, aunque la muerte se lleve mi alma en el intento, y el viento se lleve mi último suspiro.
Tú, mi aliento de vida, te inhalo, te siento dentro de mi, bombeando energía a mi corazón. Somos parte de una misma batalla entre amoríos, estamos en una misma tripulación donde ambos somos los capitanes. Hechizas el mar con tu mirar, estremeces mi cuerpo con tu voz, constelaciones enteras se postran a tus pies, rogándote que pelees esta batalla al lado del hombre que está jugando a la "ruleta rusa" al atreverse a escribir esto. Tenemos muchos años de vida y seguimos siendo adolescentes del corazón. Tú que estás al otro lado de la vía de este tren que está apunto de partir y dividirnos, sígueme, que esta vez no nos subiremos a un tren, es una estrella fugaz capaz conceder deseos, y mi deseo...
Mi deseo, eres tú.
Estamos sobre esta estrella fugaz, ¿Cual es tu deseo? Por que ahora, ambos somos parte de un mismo viaje, en donde la rosa de los vientos no existe y el tiempo es lento, pero sobre todo, somos parte de una misma guerra.


Maximiliano Vélez.